Dictaduras de segunda: Túnez, la luz del Magreb

 

Túnez

Pueblecito tunecino. R. Melero

El norte de África es otra historia. Una de esas historias en las que Europa, EEUU y la comunidad internacional miran hacia otro lado. Países ricos en materias primas y mucho más ricos en historia, cultura y buenas personas. Países en los que los dictadores llevan muchos años haciendo y deshaciendo a sus anchas.

Pero claro, Túnez no es Cuba. Egipto no es Iraq. Marruecos no es Afganistán. Y es que de China ni voy a hablar (censura, presos políticos, pena de muerte, etc…). Los dictadores de los países norteafricanos parecen menos dictadores a los ojos de los gobernantes neoliberales que mandan en nuestro globalizado mundo. Estos son necesarios para crear gaseoductos, controlar la inmigración o ponerse de acuerdo en el reparto de las aguas para ver quien pesca más y mejor. Todo eso los hace dictadores de segunda, a los que no hay que molestar.

Y ante esta tesitura aparece de repente un joven que se quema a lo bonzo y lo cambia todo. Mohamed Bouazizi. El héroe de las revueltas tunecinas. Un día no aguantó más que los corruptos policías de turno le amargaran la vida y dijo basta. Una vida tuvo que arder para que un país se iluminara. Obviamente, cuando la comunidad internacional vio que Ben Ali, el dictador tunecino enriquecido vilmente a costa de su pueblo, estaba en la cuerda floja, apoyó la revuelta.

En este momento aparecieron las redes sociales. Twitter y Facebook ardían. Las manifestaciones, concentraciones y protestas se organizaban por la red a una velocidad vertiginosa. La tecnología estaba ayudando a derrocar a un grupo de canallas que llevaban décadas oprimiendo a su pueblo. Y entre todos lo consiguieron y en Túnez empezaron a respirar libertad.

Sigue leyendo, por un Magreb libre!